miércoles, 7 de marzo de 2012

Diario de campaña: Tierras Fantasma. día séptimo.

Extracto del diario de Dair’dan Llamaíra. Caballero de Sangre Ala de Fénix.

Día séptimo de la tercera luna del año vigente, Paso de Amani.

No he tardado demasiado en reincorporarme a los trabajos desde que esta mañana me despertase con esa sensación molesta y creciente de debilidad. El Venerable Adirhael ha confirmado mis sospechas, debí infectarme con alguna magia abyecta de los trols al abrir el primer cofre de esos aborrecibles fetiches que poblaban la aldea abandonada. La magia de esos salvajes se ha mostrado de nuevo débil ante el poder de Belore y he vuelto a estar como nuevo cuando el Capitán nos ha hecho llamar.

Hemos iniciado la ronda diaria desde el campamento, solo algunas alimañas hambrientas se han asomado a los caminos y las hemos podido despachar con la facilidad acostumbrada. Los alrededores de Andilien y el Sagrario del Sol estaban en calma, solo acechados por murciélagos y algunos linces huesudos que se han ocultado al paso de nuestras monturas. Los Magistri no han necesitado de nuestros servicios así que hemos continuado hacia Tranquilien.

Hemos avanzado hacia el oeste sin abandonar el camino, vigilando la vertiente de la Cicatriz, que reviste más peligrosidad. No hemos encontrado restos de plaga pululando cerca de los caminos, solo más fauna enloquecida, sin embargo al llegar a las inmediaciones de ese aberrante edificio al que llaman Zigurat Aullante, la Dama Namardan, que hoy era la teniente de nuestro grupo, ha advertido sobre la presencia de corrientes mágicas cercanas, y hemos desmontado para realizar un reconocimiento del lugar. El hallazgo con el que nos hemos topado a escasos veinte metros del sombrío edificio es cuanto menos inquietante, entre la maleza destellaba un colgante con el símbolo de Belore, rodeado por jirones de tela y dos gujas de guardián entre diversos restos, y lo más extraño han sido los tres montones de cenizas apiladas que los rodeaban, que la Dama Namardan ha acabado por definir como restos de cuerpos calcinados, suposición que se ha reforzado con la presencia de las huellas encontradas por Valrant. Al parecer hubo un forcejeo desde el camino y la ausencia de quemaduras en las ropas rasgadas nos hace pensar que tal vez un hechicero aprovechó un esporádico forcejeo entre las víctimas para terminar con ellas. El Comisario Brahmin ha recogido muestras y hemos cargado con las pruebas que hemos encontrado antes de inspeccionar el Zigurat por si los guardias se habían acercado demasiado a la esporádica guarida de un hechicero y esa fue la causa de su desgracia.

El Zigurat ya no hace honor a su nombre, y nos ha recibido con un silencio espeso y desagradable, las sombras campan a sus anchas por allí y la proximidad con la cicatriz atiborra el aire de podredumbre. La Dama Namardan nos ha advertido con mucho atino de la presencia de un no muerto en el interior, y al adentrarnos en la estructura hemos sorprendido a un mago oscuro en compañía de su esbirro esquelético, que no ha tardado un parpadeo en caer bajo mi mandoble. Como era de esperar, hemos prendido al mago y nos lo hemos llevado, por ahora es nuestro principal sospechoso, mañana podremos interrogarle como es debido, una vez el Capitán haya sido informado.

Parece que una de las víctimas era una Dama de Sangre, aun tengo su insignia, el colgante que encontró la Dama Namardan tenía una inscripción, al parecer fue un regalo de la madre de la víctima, se trataba de una iniciada recién nombrada. Núnurel, pues así se llamaba, se había presentado voluntaria, según nos han informado en Tranquilien antes de volver al campamento, y se encontraba patrullando el camino hacia el Desfiladero Thalassiano junto a dos de los guardias del cuerpo de Tranquilien. Ella era iniciada, no obstante los guardianes no son inexpertos, lo que me hace pensar que tal vez el causante de sus muertes no actuase solo y en el caso de haberlo hecho solo es un tipo peligroso. El abandono de estos bosques facilita la ocultación y la proliferación de grupos tanto de trols como de remanentes de la plaga, hechiceros sombríos y miembros de ese culto a la muerte que ya debería estar extinto.

Prefiero no pensar que estas muertes como tantas otras desde que el azote asoló nuestras tierras, podrían haberse evitado. Prefiero no hacerlo pero lo hago, y me hierve la sangre. No vamos a permitir que la muerte siga campando impunemente en nuestro hogar, ya ha terminado el tiempo de los débiles.


Dair’dan Llamaíra, Caballero de Sangre Ala de Fénix. Cabreado.

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